La vulnerabilidad de la mujer frente a los efectos del consumo de sustancias nocivas fue el tema de una nueva sesión del Seminario de Estudios sobre la Globalidad-UNAM. Grupo de trabajo de opioides. Facultad de Medicina-UNAM-INPRFM, coordinado por la colegiada María Elena Medina-Mora.
Retos para las políticas públicas en la atención y reducción de daños en el uso de drogas en mujeres fue el título de la mesa, en la que participaron los especialistas Silvia L. Cruz, Clara Fleiz, Jorge Villatoro, Carmen Fernández Cáceres y Raúl Martin del Campo.
Las mujeres presentan una mayor avidez por reanudar el consumo de drogas frente a situaciones de estrés, sostuvo Silvia L. Cruz.
El tema de la atención de las mujeres es importante para todos, porque sabemos que, si bien consumen menos, tienen mayores consecuencias y más problemas. Por eso es muy importante que las políticas sobre drogas se basen en las diferencias entre hombres y mujeres, afirmó María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional y coordinadora del ciclo Seminario de Estudios sobre la Globalidad-UNAM. Grupo de trabajo de opioides. Facultad de Medicina-UNAM-INPRFM.
En una nueva sesión del seminario, titulada Retos para las políticas públicas en la atención y reducción de daños en el uso de drogas en mujeres y transmitida en vivo el 31 de marzo por las plataformas digitales de la dependencia, la colegiada expuso que, de acuerdo con las tendencias de consumo del último año, en la población masculina, el consumo de 18 a 34 años es mayor que el consumo de 12 a 17 años; mientras que en la femenina, es al revés, “las mujeres de 12 a 17 años consumen más que las de 18 a 34 años”.
Explicó que los hombres y las mujeres enferman en la misma proporción. “30% de ellos, y 27% de ellas, han padecido algún trastorno mental en algún momento de su vida”. La mujer es, en general, más vulnerable a los efectos de la sustancia y se estima que tarda cuatro años menos que los hombres en desarrollar dependencia a las drogas y siete años menos al alcohol. “Por razones socioculturales, por ejemplo, el acceso a tratamiento es menor para ellas y la respuesta social es de mayor rechazo, llegan a tratamiento abandonadas por su pareja”.
En palabras de la doctora, las expectativas de roles de género se han caracterizado por las ideas culturales polarizadas del machismo y el marianismo. “El consumo masculino de sustancias en la adolescencia temprana sigue siendo estrechamente asociado con el machismo y sus expectativas de involucrarse en el abuso de drogas. Y las ideas sobre la feminidad pueden seguir estando fuertemente asociadas con el matrimonio y la procreación, roles muy valorados dentro de la cultura mexicana que desalientan el consumo de sustancias”.
En la mesa también participaron los especialistas Silvia L. Cruz, Clara Fleiz, Jorge Villatoro, Carmen Fernández Cáceres y Raúl Martin Del Campo. Al tomar la palabra Silvia L. Cruz, del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, explicó que, para hablar de los efectos de las drogas en las mujeres, primero es importante determinar que cuando los expertos se refieren al sexo, señalan las características genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas, a partir de las cuales las personas son clasificadas como hombre o mujer. Pero el género es el concepto que alude a las formas históricas y socioculturales ambos construyen su identidad, interactúan y organizan su participación en la sociedad.